lunes, 20 de abril de 2015

Capítulo 1.

Hacía frío esa mañana. Realmente hacía frío. Adela se levantó y prendió el brasero para hacerse unos mates. El nene todavía dormía gracias a Dios, después de la noche de viento fuerte que pasaron, Pepe sosteniendo las paredes de madera para que no se volaran y ella abrazando a Robertito para que no tuviera frío.
Rompió la escarcha que cubría la palangana con agua y pensó dos veces si meter las manos ahí adentro.
- Fuerza Adela – se dijo – tenés que lavar los pañales, o no se van a secar.-
Pepe se había ido temprano al trabajo, aunque estaba sin dormir no podía faltar o le descontarían el día, era mucha plata para darse ese lujo. Se llevaba una vianda para el almuerzo, nunca tortilla, porque su madre era lo único que le cocinaba cuando era soltero para que se llevara al laburo, estaba harto de la tortilla.
Adela y Pepe se habían conocido en el trabajo, cuando los dos trabajaban para el Corralón de Pozzoni. Ella era la encargada de hacerles de comer a los peones, y él era uno de ellos.
Pepe tenía veintiséis años, diez más de Adela, por eso ella no quería saber nada, era un hombre grande. Todos los días él la saludaba con un movimiento de la cabeza, tocándose brevemente la gorra con la mano derecha: -Buenos días, Adelita- y ella seguía de largo sin mirarlo siquiera, aunque en el fondo se sentía halagada con el cortés saludo del hombre. Y, al fin y al cabo, ella quería para su vida a un hombre.

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